El traductor y la palabra perfecta (Un cuento corto)

 

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Se sirvió otra taza de café y siguió tratando de traer a la memoria la palabra que lo había tenido en vilo toda la noche. Sabía que la había visto… ¿en un diccionario? ¿en un libro de medicina? La recordaba pequeña, escrita a mano, en letra apretada sobre un margen ajado.

También sabía que se le estaba acabando el tiempo, que el plazo de entrega se acercaba peligrosamente, pero no podía dejar de buscarla alocadamente entre sus libros y papeles viejos ni de escudriñar los complejos laberintos de su mente, acostumbrada ya a esas lides.

Cuando ya se estaba haciendo de día y casi sin esperarlo, la halló en un cuaderno de notas, tal como la recordaba. Se reclinó en la silla, sonriendo, y se dejó invadir por esa rara felicidad que tan bien conocemos los que nos dedicamos a este oficio.

Nora Torres

(Reescrito y adaptado del original, inspirado en recuerdos de la era preinternética)

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